Era una madrugada de sábado. Un grupo de importantes empresarios jugaban al póker en un salón lujosamente ambientado como casino en la mansión de Barrio Parque de un importante empresario. Sobre la mesa había miles de dólares en juego. El alcohol alegraba a los comensales y el humo de los habanos se impregnaba en los costosos trajes importados. Tras la última partida se hizo un alto.
Las “mucamas”, a pedido del “señor”, iniciaron su show: un striptease sobre el paño de la mesa, mientras los invitados depositaban dólares en sus ropas íntimas. La fiesta se completó días más tarde cuando las “elegidas” subieron a un avión privado con destino directo a la mansión que posee el empresario en Punta del Este.
Entre las elegidas había vedettes que fueron contratadas por medio de sus allegados en el negocio o conocidos del ambiente artístico. Muchas de ellas eran famosas, habían trabajado en teatro y participado en programas de TV como “Gran Hermano”. La fiesta privada era la consecuencia más redituable de su exposición mediática.
La combinación de prostitución y drogas en el mundo del showbiz no es un tema nuevo. Pero lo que sí ocurrió en los últimos tiempos es que este cóctel, que es utilizado como una forma de ascenso “social” dentro del ambiente artístico (por un lado permite dinero y favores y por el otro desinhibe), ahora está más naturalizado e incluso llegó a las tapas de los diarios a través de casos policiales que pusieron en evidencia la relación utilitaria que existe entre la fama y las adicciones.
Esa fama alcanzada puede durar poco tiempo, hasta que aparece otra chica más joven y “dispuesta”. Pero, en la mayoría de los casos, la droga termina metiéndolas en importantes problemas, como le pasó a las vedettes Mónica Farro y María Eugenia Ritó que quedaron involucradas en dos causas por narcotráfico. Farro, como pareja, del empresario Juan Suris, acusado de comercializar droga. Y Ritó, como consumidora, en el expediente de narcos VIP.
Fueron las confesiones de esta última, sobre el hecho de haberse prostituido y el consumo de estupefacientes, las que abrieron la puerta de un mundo del que poco se habla, pero que termina llevando a la perdición a muchísimas chicas. NOTICIAS habló con una decena de vedettes de primera línea, representantes de modelos y relacionistas públicos para desentrañar el lado oscuro de la fama.
Propuesta indecente. La oferta era concreta. La vedette Violeta Lo Re tendría a su disposición un avión privado en el aeropuerto de Mar del Plata –donde estaba haciendo temporada de teatro– y cobraría 15 mil pesos por “llevarle la torta” al cumpleañero, un importante político argentino. Faltaban pocos días para la fiesta sorpresa que sus amigos le habían organizado. Lo Re había sido convocada junto a otras dos colegas para agasajar al político y a los invitados. Ella no aceptó, pero la fiesta se llevó a cabo igual. Y con dos jóvenes vedettes que habían conseguido minutos de tele teniendo sexo con un productor.
“¿Qué tengo que hacer?”, es la frase clave que utilizan las chicas que están dispuestas a cualquier cosa por verse en la pantalla chica o en la foto de la contratapa de un diario. Así dejan en claro su predisposición. “No sé hacer nada, pero conozco el juego. Vos decime con quién tengo que acostarme y listo. Y si querés empiezo con vos”, le dijo sin vueltas una rubia veinteañera a un conocido RRPP en un café, tras confesar que no tenía ningún don artístico, pero que estaba dispuesta a todo.
“Se crea el escándalo y luego viene el trabajo de prensa para explotar esa situación. Algunas chicas saben aprovecharlo y otras no”, afirmó un reconocido RRPP, quien además explicó que “así se inventan nuevos personajes, a los que la fama les dura unos meses y luego terminan prostituyéndose para mantener su nivel de vida”.
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